Durante su audiencia pública semanal en la Plaza de San Pedro, Benedicto recordó su conmovedora reunión en Malta con ocho hombres que dijeron haber sido abusados de niños por sacerdotes en un orfanato operado por la Iglesia.
``Compartí con ellos su sufrimiento y oré emocionado junto con ellos, asegurándoles una acción de la Iglesia'', afirmó.
Durante la entrevista privada el domingo, el Vaticano difundió una declaración según la cual Benedicto dijo a los hombres que la Iglesia hará todo lo posible para llevar a los sacerdotes abusivos ante la justicia y que tomará ``medidas efectivas'' para proteger a los niños.
El miércoles, el público oyó la noticia del mismo pontífice.
Ni el pontífice ni el Vaticano aclararon qué medidas están considerando. Varias conferencias episcopales de distintas naciones han estipulado normas para el manejo de casos de sacerdotes que cometan abusos contra niños, y ninguna política ha sido más enérgica que la adoptada en Estados Unidos.
Las normas estadounidenses impiden que los sacerdotes contra quienes pesen acusaciones verosímiles efectúen ningún trabajo público eclesiástico mientras se les investiga. Juntas diocesanas de revisión, integradas mayormente por laicos, ayudan a los obispos a supervisar los casos. Los clérigos hallados culpables son separados permanentemente del ministerio público y, en algunos casos, despojados del sacerdocio.
La semana pasada, la Santa Sede trazó pautas por primera vez ordenando a los obispos reportar los casos de abusos a la policía donde lo requiriesen las leyes civiles. Si bien el Vaticano insiste en que ésta ha sido su política desde hace tiempo, nunca había sido estipulada por escrito, y tanto víctimas como abogados, investigaciones respaldadas por gobiernos y jurados de investigación han acusado a la Iglesia de tender un manto de secreto sobre los abusos de clérigos.
Benedicto dijo en una homilía la semana pasada que los cristianos deben arrepentirse por sus pecados y reconoció errores en comentarios que se interpretaron como relativos al escándalo. Pero sus comentarios del miércoles son los primeros públicos y directos sobre la crisis desde el 20 de marzo, cuando escribió una carta a los fieles irlandeses en relación con los abusos cometidos en ese país.
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