Bélgica recordará durante años este lunes 15 de febrero en el que dos trenes de pasajeros han chocado de manera violenta a las 8.30 horas en la estación de Hal, 15 kilómetros al sur de Bruselas, con un balance provisional de muertos podría elevarse hasta a 25, aunque está aún por confirmar, ya que a esta hora aún quedan pasajeros atrapados entre el amasijo de hierros.
Las primeras hipótesis descartan que haya habido un fallo mecánico o que la nieve pueda haber tenido relación con el accidente, sino que se trabaja sobre la idea de que uno de los dos maquinistas se habría saltado un semáforo en rojo.
Un portavoz de la compañía belga de trenes, SNCB, acaba de explicar que todavía hay mucha confusión en la zona, donde trabajan los servicios de rescate para atender a los al menos 12 pasajeros heridos graves en el accidente, entre ellos algunos amputados. Cruz Roja ha hecho un llamamiento a la población para que acuda a donar sangre a los hospitales una vez visto el elevado número de heridos.
Uno de los trenes implicados realizaba la conexión Quiévrain-Liège Guillemins y el otro hacía el recorrido Louvain- Braine le Compte. La colisión se ha producido en plena hora punta de viajeros y, dadas la mala situación de las carreteras como consecuencia de la nieve caída en los últimos días y las bajas temperaturas, muchos ciudadanos han optado esta mañana por el transporte público para venir a trabajar a Bruselas.
Los testigos del accidente han contado a las cadenas de televisión belgas que el choque fue brutal, de lo que dan fe las imágenes en las que se ve un tren literalmente encima del otro fruto del impacto.
El accidente ha provocado al suspensión de las conexiones ferroviarias entre Bélgica y Francia, con lo que no funcionan las líneas de alta velocidad Eurostar que une la capital belga con Londres ni Thalys que hace la conexión con París.
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