Petit Goave (Haití), 5 feb (EFE).- Efectivos de la Armada española trabajan ya en Petit Goave, a unos 70 kilómetros de Puerto Príncipe, una ciudad en un entorno paradisíaco reducida a una más de las caras de la tragedia de Haití y destino de vehículos de transporte con nombres como "Lamentación". En lo que hoy por hoy es una simple síntesis de la situación que vive el país, la palabra "Lamentación" destaca en la parte trasera de uno de los autobuses que cubren el trayecto que separa a Puerto Príncipe del nuevo destino de los efectivos del buque anfibio español Castilla. El autobús va lleno.
Tras trece días de navegación, una lancha anfibia de desembarco del tipo LCM de la Armada española hacía bajar su enorme compuerta metálica sobre los escombros esparcidos en una suerte de cala en lo que queda del puerto de Petit Goave, al oeste de la capital haitiana.
La misión humanitaria española, que durará tres meses, comenzó ante los ojos de un pequeño grupo de haitianos, operarios del puerto, que miraban entre cariacontecidos y asombrados el despliegue militar español.
"Aquí sólo vienen barcos, viene gente pero nosotros no vemos nada. Yo no he visto un saco de arroz todavía", dijo a Efe Fredo, un dominicano de 33 años, 25 de ellos en Haití, para quien los españoles no son más que otro grupo de militares en la localidad.
El capitán médico del Ejército del Aire Carlos Rodrigo, miembro de una avanzada militar española que llegó a la ciudad hace varios días, indicó a periodistas que según datos no oficiales que se manejan en la localidad varios cientos de personas murieron como consecuencia del terremoto.
Hablar de cantidad de heridos y damnificados en una ciudad en la que ni siquiera hay certeza de que la población sea realmente de 100.000 personas es simplemente quimérico.
Al menos para Francoise Diebou, un operario de 55 años, la llegada de los españoles sí es un motivo de alegría.
"Esperemos que arreglen el hospital, la escuela, porque esta es la única entrada para la esperanza que tenemos", dijo.
Petit Goave es sólo otra reiteración de la estampa que se puede ver por todo el país: la iglesia de la ciudad apenas muestra unas cruces abiertas en el único muro que queda en pie, frente a casas derrumbadas como sandwiches de hormigón y cemento que flanquean calles cubiertas de escombros y polvo.
Los zapadores que han llegado en el barco, dotado de 450 efectivos, tendrán todo el trabajo que quieran allí y en la carretera que conduce a la capital del país.
Los primeros kilómetros están cubiertos de toneladas de arena y tierra caída de las lomas que circundan la localidad; un poco más adelante la carretera se rompe en forma de trozos de vidrio mientras el arcén se separa de la calzada como si hubiera sido abierto por una cremallera.
El punto de desembarco español es sólo un peldaño más en la larga lista de despliegues militares de canadienses, estadounidenses, franceses, ceilandeses... que se despliegan por el litoral, frente a un horizonte en el que no resulta difícil divisar navíos de guerra.
Los marinos españoles conocen bien el lugar, de hecho alguno, como el teniente Saúl Fernández, ya estuvo en Haití hace seis años cuando se mezcló el traumático final del gobierno del ex presidente haitiano Jean Bertrand Aristide, con un huracán en una de las tantas etapas de destrucción del país.
"Entonces me sorprendió la belleza de la isla en un sitio donde la gente se mataba a machetazos", dijo el oficial, al inicio de la misión humanitaria de la Armada en la que espera hacer su contribución a la mejora de las condiciones de vida de la población local.
Para ello el Castilla llega con una importante dotación de medios que incluyen maquinaria pesada, helicópteros, vehículos de todo porte y una dotación médica de casi una treintena de personas abordo así como cuatro helicópteros utilizables en tareas de evacuación sanitaria.
Entre los vehículos, uno muestra un dibujo que alguien pintó en la anterior ocasión en que el Castilla estuvo en Haití.
El rótulo recuerda la fecha de la llegada: el 14 de octubre de 2004, pero nadie se tomó el trabajo de apuntar la fecha de salida. EFE
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