Amplios sectores de la comunidad se han quejado de sus concejales y asambleístas, por no haber hecho lo suficiente para que el gobierno tomara en cuenta a los dominicanos y dominicanas, situación que ocurrió también hace 10 años, en el censo del 2010.
Los oficiales electos y directores ejecutivos de algunas instituciones comunitarias habían prometido que el término “DOMINICANO” aparecería oficialmente, acorde con las promesas hechas a ellos por congresistas como Charles Rangel, la senadora Kirsten Gillibrand y funcionarios federales, pero nueva vez, todo se quedó en palabras.
A diferencia de los puertorriqueños, cubanos y mexicanos, los dominicanos figuran en la casilla “otros hispanos” y activistas comunitarios llaman a que se marque “DOMINICANO” a lapicero y en letras mayúsculas para recordar a las autoridades en Washington, que existimos como tales.
El conteo que se hace cada 10 años, determinará la composición del congreso y sus resultados establecerán cuantos legisladores corresponderán a cada estado, además de la repartición de más de $400 millones de dólares en fondos federales.
Robert Groves, director del Buró Federal del Censo, dejó iniciado oficialmente el conteo durante una ceremonia celebrada en Washington. Los formularios comenzaron a ser enviados por correo, pero brigadas integradas por miles de promotores, motivarán a los ciudadanos a llenarlos.
Se pidió a los inmigrantes indocumentados, sumarse al escarceo poblacional y a no temer por su estatus legal, que no será investigado por autoridades federales. Más de 13 millones de hogares recibirán el cuestionario bilingüe que contiene sólo 10 preguntas y toma unos 10 minutos en ser respondido.
En enero del 2009, se inició la campaña nacional de publicidad sobre el censo en 28 idiomas con un costo de $133 millones de dólares. El Buró Federal del Censo fue fundado en 1790 y es la vigésima tercera vez que hace el conteo oficial a los residentes en los Estados Unidos.
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